14/09/2012
CARA B
El miedo ya es cosa del pasado.
Estamos acostumbrados a caminar sobre brasas que se han convertido en
cosquillas para nuestros pies. Nos reunimos cada noche para ver la misma
película de terror. ¿Por qué no nos pasamos al western?, preguntan desde el
fondo de la sala. Pero no. No es que únicamente haya un género, no, es que solo
tenemos una película. 118 minutos. Los críticos están cansados de encadenar las
mismas palabras. ¡Paren ya! El asco acaba de quemar las cortinas negras, que
hacían de puerta, de la sala. Hola, saluda. Posa las maletas en el suelo. Me
quedaré una larga temporada, advierte.
Los cinco años de crisis han
parido meses deprimentes. La incertidumbre, acompañada del miedo, nos mordía
los tobillos y no nos permitía caminar. Ahora que ya sabemos en donde estamos,
no es el miedo el que domina las primeras y las últimas horas del día, es el
asco. Ya no tenemos miedo a perder nuestro trabajo; ya lo hemos perdido. Ya no
tenemos miedo de una bajada del sueldo; ya nos lo han bajado. Ya no tenemos
miedo sobre qué pasará cuando acabemos nuestros estudios; ya estamos en casa o
seguimos estudiando. Ya no tenemos miedo de perder nuestra vivienda; ya no es
nuestra. Ya no tenemos miedo de no llegar a final de mes; ya no llegamos. Hablo
de casos extremos, habituales y reales. Estas cosas pasan y seguirán pasando. Por eso ya no tenemos miedo;
ahora tenemos asco.
¿Asco de qué? No me preguntes
eso, cabrón. Lo sabes tú tanto como yo. Ayer por televisión un tipo de tu
partido dijo que con 5000€ no llegaba a final de mes. ¿Si?, giro la vista para
ver la cara del nuevo conversador. No te sorprendas, también de vosotros puedo
hablar cuando desde las elecciones habéis dicho que vosotros haríais las cosas de
manera diferente. ¡Pero si estabais haciendo exactamente lo mismo! La memoria
es corta pero…¡aún nos queda!
Nos están martilleando el rostro
con declaraciones que hacen que las tripas salgan de excursión fuera del cuerpo. Palabras que hacen que un nido de
buitres se desate dentro de nuestra habitación. La prepotencia que esconden las
frases de algunos políticos son ácido en la cara de los ciudadanos.
¿Generalizas? No, ¿no ves que he dicho algunos? Intento ser benévolo. Muy
benévolo. Cuando la radio está encendida las mentiras entran por mis oídos como
si de un mástil de bandera se tratara. Las mentiras son ese 24 horas que está
en la esquina. Cuando el sí es no y el no es sí, ya solo nos queda darnos la
vuelta y tirarnos por el precipicio de la farsa. Nunca pensé que pudiese tener
asco a la palabra. Estoy batiendo un record. Estoy hablando
de asco y no hablo de la televisión. ¡Sí! Aunque salen en ella, los políticos
la acaparan y nos cuentan exactamente lo mismo. Aquello que ya sabemos del día
anterior. Aquello que sabemos que es falso. Aquello que alguien se cree pero
que cada día se cree menos gente. ¿Cómo se puede decir que los ciudadanos han
de apretarse el cinturón cuando de tan anchos que les quedan sus pantalones los
llevan por los tobillos? Ya sabemos lo que tenemos que hacer. Ya sabemos que en
el pasado hemos hechos muchas cosas mal. Errores. Admitimos. ¿Pero…hemos sido
solo nosotros? El ejemplo dado desde la política a la ciudadanía, tanto en
tiempos de bonanza como de crisis, ha sido detestable.
Tenemos que aguantar la cara de
asco cuando caminamos por las aceras. Hay que poner buena cara, dicen los
optimistas. Salimos a la calle para pasear un perro que no para de mordernos
los tobillos. No le podemos hacer nada. Dan ganas de meterle una patada. Pero
no, somos civilizados. Aún somos civilizados.
El asco hace tiempo que ha
llegado. Se quedará. Habrá segunda parte...
Daniel Franco
No hay comentarios:
Publicar un comentario