Nuevos tecnócratas y Democracia

26/03/2012

ECONOMÍA

Economía y política

tecnócrata.
1.  Partidario de la tecnocracia. 
2. Técnico o persona especializada en alguna materia de economía, administración, etc., que ejerce su cargo público con tendencia a hallar soluciones eficaces por encima de otras consideraciones ideológicas o políticas.


Europa está en llamas. Arde y las llamas nacen de una crisis importante y continua, de las que perduran en el tiempo y en la memoria colectiva de los ciudadanos europeos. Una crisis que se ha llevado por delante a los gobiernos de Reino Unido, Irlanda, Grecia, Italia y España. En unos meses puede que también arrase con el gobierno francés. Los datos son tercos y hacen que las heridas sean bastante urgentes y severas.

Estos días me ha llamado la atención una serie de declaraciones del Mario Monti, el a día de hoy Primer Ministro de Italia. A pesar de que después ha dado un paso hacia atrás, salió de su boca una frase bastante perversa, hecha pública, en un gesto de irresponsabilidad, olvidando que estamos todos en el mismo barco. Las palabras de Mario Monti fueron las siguientes: España está dando a toda Europa motivos de gran preocupación porque sus tasas de interés suben y basta poco para recrear fenómenos que, a través del contagio, nos puedan afectar a nosotros.

A partir de las declaraciones y de hacer balance de los acontecimientos de los últimos seis meses hay que hacerse una pregunta: ¿quién es Mario Monti? Una pregunta bastante obvia pero que si nos metemos en el fondo de los signos de interrogación encontramos una serie de cuestiones bastante importantes. Estamos hablando de un economista, con un historial profesional bastante curtido, que ha sido puesto a dedo para dirigir el país durante una buena temporada, en teoría hasta 2013. No estamos hablando de un economista que se hubiese presentado a las elecciones, las hubiese ganado y contase con el apoyo de una parte importante de la población. Estamos hablando de un hombre puesto en el trono por la Unión Europea. Este hecho, hace estallar por los aires la soberanía popular del pueblo italiano. Bloquea las perspectivas de cambio desde el interior en una UE en la que tampoco se manifiestan con habitualidad los esquemas democráticos. Mario Monti no es más que una marioneta cosida por la Unión Europea y puesta sobre el teatro italiano de la decepción con la política anterior y el desánimo frente a una crisis devastadora. Este tipo de decisiones, de imposiciones, son un atropello para un sistema democrático que quiera ser tomado en serio.

La prima de riesgo echó de una patada en el costado al extravagante Silvio Berlusconi (sí, inexplicablemente los italianos le seguían dando su papeleta) y Mario Monti fue colocado esperando que un gobierno con técnicos en lugar de políticos diera la vuelta a la situación. Hablando claro, la UE necesita que haga las labores sucias, las reformas sangrantes y que aplique la amada palabra austeridad sobre millones de italianos. Lógicamente un gobierno sin tintes políticos, sin electorado, tomará medidas sin contemplaciones. No hay coste político. Es intentar cortar el césped para que en el futuro los italianos puedan sacar el balón y jugar el partido. El problema es si de tanto cortar, se fulmina la hierba y el campo se convierte en un infierno de tierra y piedras pasado por agua.

Un caso parecido pero en una situación más dramática es el de Grecia. Ya es de sobra conocida su situación y, la diferencia se encuentra en que ya está preparándose el terreno para las elecciones de Abril. También un tecnócrata, en este caso, Lucas Papademos se puso al frente del gobierno. Desde el momento en que Papandreu, su antecesor y elegido democráticamente, se enfrentó a la UE con su idea de poner las medidas europeas a consulta, se inició el mecanismo de barrido que terminó con su dimisión.

En los demás países con gobiernos arrasados por la crisis, hemos tenido una situación, en este ámbito, más apacible, hemos podido elegir. Esa es la diferencia existente. Importante, sí. Hay también una gran similitud: nos decantemos por el bando que nos decantemos, la política económica que en estos momentos va a aplicar, será la misma. Austeridad, austeridad y austeridad aún a sabiendas de que puede llevar, en algunos países, como es el caso de España, a una época de depresión económica.

Una persona elige entre distintos partidos políticos. Cuando se acerca la fecha electoral ya tiene decidido el voto que deposita en la urna el día marcado en el calendario. Dicen que el día de elecciones se celebra la fiesta de la democracia.
Con la crisis, el gobierno de Italia cayó. El ciudadano anterior no tuvo la oportunidad de elegir entre distintos partidos. Tampoco pudo acudir a las urnas. Si hablásemos de una empresa, Monti sería el típico enchufado. En Italia la fiesta de la democracia cerró por un tiempo. Ya no queda ni la típica persona que se resiste a ir a casa y aprovecha la última estrofa de la última canción para gritar como si el mundo fuese a explotar mañana. Ahora la fiesta es privada. El ciudadano no está invitado.

Esperemos que la situación anterior no se convierta en habitual y únicamente estemos hablando de situaciones puntuales. Aunque estemos hablando de esto último, no dejan de ser peligrosas este tipo de actitudes.

Por lo tanto debemos de hacernos una serie de preguntas. La primera es; ¿están los tecnócratas interfiriendo en la democracia en estos casos? La respuesta es positiva ya que no están elegidos por el pueblo. La segunda, más precisa, sería; ¿interfieren los tecnócratas por norma general en la democracia? La respuesta sería negativa. ¿Quien no quiere que la persona encargada de la política económica sea economista o que el político que lleva a cabo la política exterior sea un experto en relaciones internacionales y hable cinco idiomas? Pues, imagino, que nadie. Necesitamos políticos preparados. Políticos que puedan acreditar que saben de qué hablan, que conocen al fondo el tema y que no son simples marionetas de la corriente general. Necesitamos políticos que sepan expresarse ante situaciones comprometidas. Y, por último, por encima de todo, necesitamos políticos elegidos por la ciudadanía. Si ya de por sí acudimos a las urnas en pocas ocasiones y pintamos poco en la toma de decisiones, que no nos quiten, la capacidad de elegir. 

Daniel Franco

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