EcoDIDÁCTICA
Conceptos
Hace 4 años nos acostamos
pensando en el prospero futuro y a la mañana siguiente amanecimos desnudos y
sin dinero en los bolsillos. Hace 4 años la crisis económica apareció en las
portadas de los periódicos y los agoreros subieron a los campanarios para hacer
sonar la palabra del Dios Dinero. Hace 4 años notamos un aire frío que nos
recorría las extremidades. Algunos le dieron importancia. El resto pensó que
simplemente era la climatología típica de las fechas, que se alargaba el
invierno y que las aves aún tardarían en volver. Hoy sabemos que ese tímido
aire se transformó en un huracán, que el invierno cubrió con su manto gris este
mundo tan conocido e inhumano y que las aves nunca volvieron, murieron en el
camino.
El mundo desarrollado está en
crisis mientras que el mundo subdesarrollado habita constantemente dentro de
ella. No estamos acostumbrados a estos vaivenes en la carretera. Borramos de
nuestra memoria colectiva los ciclos económicos pensando que en nuestra época
hemos encontrado la cura para los momentos de penumbra. En un momento dado se
produce el estallido y desayunamos con el periódico, un café y con un tipo
llevándose nuestros muebles. Así estábamos, así estamos...
Ponemos nuestro dedo sobre el
mapa y nos situamos en España. Mientras los alemanes bailaban en Benidorm un
ciclón en forma de ladrillo y cemento acampaba por las ciudades españolas. España
podía poner el cartel de “en construcción”.
La crisis económica española
tiene esa peculiaridad. El sector de la construcción engordó hasta pillar una
indigestión, es decir, se formó una burbuja económica de la que nadie se
percató y nadie intentó pinchar. ¿He dicho burbuja? Bien, ahora que nos hemos
encontrado con términos nuevos en el telediario de las 3 de la tarde (prima de riesgo, agencias de calificación,
Ere…) nos tenemos que preguntar, ¿por qué han aparecido sin avisar? La
respuesta es lógica: estamos en crisis. Si ya, pero, ¿por qué esas palabras
apuñalan constantemente a España? La respuesta es porque una burbuja
inmobiliaria se pasó unos cuantos años haciendo regates a la economía española.
Para desviarnos de tecnicismos es
aconsejable acercarse al concepto describiendo las fases que lo generan. Todo
tiene su inicio y su fin. En este caso el inicio es para la mayoría una
película de “esperanza y de prosperidad” y el final es para muchos “una
tragedia irremediablemente real”. Para el estudio de las fases nos valemos de
los términos usados por Hyman Minsky.
Imaginemos el mercado de la
vivienda. Imaginemos la vivienda como activo especulativo. La burbuja
inmobiliaria, estamos acostumbrados a escuchar estas dos palabras unidas. Pues
bien, estamos en España, un país en expansión económica. La economía crece a un
ritmo superior al resto de las economías europeas. Hay dinero en los bolsillos
y el sector inmobiliario se pone de moda. Todo el mundo quiere su piso.
¿Alquiler? Ni hablar. Todo el mundo quiere su piso en propiedad. Medio
adolescentes abandonan la educación llamados por el dinero. A los 18 ya tienen
su primer coche propio. A los 22 compran un piso con su pareja. ¿Caso extraño?
No, nada extraño, aunque puede que el “a los 22” sea exagerar. El caso es que
todo el mundo quiere una vivienda y por lo tanto ante una demanda creciente
había que construir. Esta es la primera fase de una burbuja: un activo, en este
caso la vivienda, se pone de moda. Minsky llama a esta fase Desplazamiento
debido a que los inversores venden activos de su posesión para adquirir el
puesto de moda.
La segunda fase es la de
expansión y el economista estadounidense la denominó Recalentamiento. Al
aumentar la demanda de vivienda aumenta el precio. Ante la subida de precio
aparecen dos conceptos claves para entender el significado de una burbuja: la
especulación y el endeudamiento. Todo el mundo quiere un hogar y el precio
aumenta. Aparecen personas que adquieren una vivienda con la intención de
venderla en el futuro debido a que los precios “siempre aumentan” y habrá
personas dispuestas a comprar. A este fenómeno lo llamamos especulación. El
segundo concepto básico, el de endeudamiento, aparece cuando las familias piden
créditos para poder adquirir una vivienda. En España, los plazos de
amortización de las hipotecas se alargaron y las entidades sobre-financiaban la
adquisición de este tipo de activos.
En este momento siempre sale el
típico economista en la televisión gritando: ¡Estamos hinchando una burbuja!
¡Va a estallar! Como las personas tienen su vivienda y si la situación se
tuerce la pueden vender porque el precio se eleva, no están preocupadas y estos
economistas son tachados como locos. Ya tenemos un economista arrinconado por
un periodo de tiempo.
La expansión sigue con el tiempo
pero ya aparecen síntomas de Vacilación. Así se llama la tercera fase. El precio de la vivienda sigue aumentando y
se desvía demasiado de su valor real. Laura pagó por su piso hace 4 años
150000€ y hoy vale 220000€, comenta la vecina cotilla a toda su escalera. Pues
sí, el precio del activo está por las nubes y aparecen las dudas de si la
tendencia continuará. Los especuladores disminuyen las compras y por lo tanto
también aumentan las posiciones que quieren vender viviendas. Estamos ya en el
descenso. En el inicio del descenso. La huida del ojo del huracán se ha puesto
en marcha.
La cuarta fase es ya el Pinchazo.
Minsky divide esta fase en tres manifestaciones. La primera es la del Apuro. El
precio de la vivienda inicia su caída ya que la demanda se ha reducido y la
oferta está aumentando. El precio cruza un determinado umbral y las entidades
que habían concedido créditos y que tienen como garantía de pago esos activos ven
que también desciende el valor de dicha garantía. De manera que las entidades
exigen la devolución del crédito o más garantías ya que en el caso de que el
deudor no hiciese frente al crédito las entidades se quedarían con viviendas
con un precio inferior al de la entrega del crédito inicial. A Laura le dieron
un crédito por 150000€ y ahora su casa vale 120000€, dice la vecina cotilla
desde su puerta, es decir, si Laura no hace frente al pago de la deuda…la
entidad se queda con un piso con un valor inferior. En la fase de apuro las
entidades temen por sus balances. La segunda manifestación es llamada Revulsión
o descrédito y ya no aparecen compradores de vivienda. En España con el
estallido de la burbuja el paro aumentó debido a que un gran número de los
ocupados españoles estaban dentro de ese sector y como consecuencia se
encontraron de un día para otro en la calle. Nadie compra vivienda y el stock
se va acumulando. En algunos casos puede haber contagio y otros activos verse
afectados. La tercera y última manifestación del pinchazo es la del Pánico. Ya
nadie quiere comprar el activo. Las personas necesitan devolver el préstamo
para salir de la situación pero nadie quiere hacerse con el activo.
He adaptado las fases de una
burbuja especulativa tomando como base la vivienda como activo a especular
aunque podía haber empleado acciones que quizá es lo más habitual. El caso es
que cualquier activo o producto puede ser fuente de especulación y todo se
inicia con un aumento injustificado de su precio.
En España hay cientos de
edificios postrados como muertos vivientes en las urbanizaciones. Nadie se
acerca a ellos. El precio deberá seguir descendiendo hasta que la demanda se
equilibre con la oferta. Aún queda un largo camino.
Ahora que ya entendemos el
concepto de burbuja no estaría de más preguntarse si son previsibles. La
respuesta es que es bastante complicado y lo importante está en conocer el
momento en que se iniciará el descenso. Y, ¿Cómo pueden dificultarse? Pues
haciendo caro el dinero. Las burbujas se van nutriendo gracias a los créditos
que las entidades financieras otorgan para invertir en un activo. A mayor tipo
de interés crediticio, menor será el número de personas que acudan a pedir un
crédito. Lo ideal sería que según se va hinchando la burbuja los tipos de
interés subieran. La parte negativa es que una subida de los tipos de interés
podría traer consigo consecuencias negativas para una economía. Parece ser un o
cenas pan o tomas vino, las dos cosas no puedes. De ahí que sea difícil tomar
una decisión para los momentos de crecimiento de la burbuja. También podíamos
abogar por las intervenciones ante la subida indiscriminada del precio de un
activo. ¿Mayor regulación? Parece que el mundo va en la dirección contraria a
esta palabra tan machacada últimamente. Entonces…¿Qué hacer cuando estallan las
burbujas? Los teóricos dicen que hay que suministrar dinero al sistema para que
la demanda no descienda hacia otros productos y no se genere así desconfianza.
Parece que esta especie de solución en la España actual no se está llevando a
cabo y el dinero fluye cada día con más dificultad en la economía. Para que el
dinero aparezca de debajo de las piedras las entidades financieras han de hacer
que se mueva. Para ello es necesario que dichas entidades estén en condiciones
de hacerlo. ¿Lo están? ¿Están tan saneadas como nos dijeron hace 4 años? Ese es
otro tema. Hace 4 años la ignorancia nos hacía mas felices, hoy la información
y la realidad nos hace más daño y…¡eso que no sabemos toda la verdad!
Daniel Franco
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