Urge credibilidad (sin mentiras, por favor)

14/06/2012

CARA B

Estamos ardiendo en una hoguera alimentada con dinero. Las noticias nos acribillan. La realidad nos pisotea mientras intentamos caminar erguidos como auténticos seres humanos. La indignación crece. Es lógico, ¿no? La realidad cada día está más podrida. La gente que mueve los hilos cada día está más podrida. Alimentos caducos que en lugar de desaparecer de los supermercados nos marcan la dieta. Los charlatanes partidistas que se arrinconan en el rectángulo de la televisión defienden los intereses de su pensamiento único e inalterable.

Es la hora, estamos en el momento de inyectar credibilidad a este sistema que reposa sobre la ruina moral y económica que ha configurado la realidad en los últimos años. Es difícil. Los alimentos caducos deberían ser retirados de la estantería. Permanecen. Y permanecerán si un nuevo huracán no arrasa con las sombrillas de esta playa sin arena. 

La base de la política económica de un país debe ser la credibilidad. Basta ya de engaños. De manipulaciones. Basta ya de predicciones que nacen desde la irracionalidad y del desconocimiento. Basta ya de bailar con las cifras. Debemos salir de ese salón de baile, cerrarlo y abrirlo cuando sepamos seguir los pasos de la situación. Que no es lo mismo 4000 mill de € que 22000. Que no es lo mismo decir que el sistema financiero necesitará un chute de 40000 mill de € que decir que la dosis debe ser de1000000. Hablan de millones como nosotros pudiésemos hablar de barras de pan. Eh, hijo, compra una barra más, que vienen a comer los abuelos. Que no, que no es lo mismo. Que un millón más es un ladrillo adicional que servirá para construir el edificio de la deuda que deberemos afrontar mañana. Un edificio sin ventanas y en el que no podemos vivir eternamente. Ya basta de hablar de temas tan importantes como si se hablase de futbol.

La credibilidad de la política económica es vital para que podamos salir de esta situación. ¿Quién se va a fiar de nosotros si cada día decimos una cosa totalmente diferente? Hola, ¿qué tal? Si, el déficit es del 8,5%. Oh, no,no, hemos descubierto 2000 mill más. Poca cosa, ¿verdad? Pues ahora es del 8,9%. Es como fiarse de un tipo que promete llegar a la hora y nos dice que probablemente llegue media hora tarde. ¿Prestaríais dinero a un tipo que no sabe ni cuanto dinero debe? Yo no. Es hora de ser creíbles. Afrontar la economía en base a un grado de incertidumbre que la realidad apoya. Una incertidumbre característica que en los tiempos de crisis es cada día mayor. ¿Cómo estaremos mañana? Nadie lo sabe. Tenemos ideas pero no son muy claras. Entontes, ¿por qué tenemos que escuchar constantemente predicciones absurdas sobre el mañana? Incluso, algunas salen de la boca de gente que sabe de economía lo que yo de hacer ganchillo. Hace falta ser prudente con la situación y con los datos y no decir lo primero que se piensa sin ningún criterio. Escupen ideas, en muchos casos sin fundamento, generan miedo y desconfianza y al día siguiente sugieren lo contrario o dicen que sus palabras fueron mal interpretadas. Parece que todo el mundo interpreta mal las palabras. Los políticos que intentan controlar esta situación deben ser consecuentes con sus actos, prudentes en sus afirmaciones y racionales en su comportamiento.

La credibilidad del sistema y la prudencia deben ser los elementos básicos de la política económica que se intente seguir en los próximos meses. Haremos cosas. Probablemente estemos equivocados. Aún así la clase dirigente que intenta llevarla a cabo deber estar convencida de sus actos y ser prudente en sus afirmaciones y predicciones. Ya nos encargaremos la ciudadanía de decir que no. Ya no encargaremos de intentar cambiar las cosas. Nosotros somos los que pagamos a políticos que en bastantes casos no saben en donde están. No pagamos para que nos engañen. No pagamos para que nos mientan. Sus sillas no están para soportar en peso del verbo mentir. Y aquí es donde quiero introducir el tercer ingrediente de una política económica fuerte. La verdad. La imponente y a menudo violada verdad. Una de las palabras más bonitas que pueden salir de cualquier boca y una de las palabras, también, más usadas para mentir. No es lógico que el Ministro de Industria diga a las 12 de la mañana que no se va a pedir ayuda a la UE para recapitalizar el sistema financiero español y que a las seis horas las noticias incluyan en la lista de mentirosos a dicha persona. ¡Ay si en este país hubiese una lista de mentirosos al igual que hay de morosos! Algunos políticos tendrían todos los días detrás a un mariachi vestido de pinocho que les recordara que están dentro de una farsa en la que ellos son los protagonistas.

Debemos ser tomados en serio con un programa económico creíble (¿alguien aún cree que cumpliremos el objetivo de déficit?) que no esté manchado con las absurdas predicciones y palabras de políticos prepotentes que no entienden que cumplen un servicio público. La prudencia debe ser la máxima. No confirmar ni negar situaciones hasta que las decisiones estén tomadas (en algunas incluso se debería contar con el punto de vista del ciudadano). Y la verdad, como no, ha de ser la máxima de cualquier persona y más aún de un dirigente que se encarga de representar millones de personas por el mundo.

Voy a poner la televisión. Seguro que los charlatanes siguen diciendo gilipolleces en las que el rigor analítico se ha ido de excursión.

Daniel Franco



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