¿Estamos atados a la temporalidad?

28/03/2012

ECONOMÍA

Empresas y mercado laboral



Pablo tiene 18 años. Ayer, las puertas del instituto se cerraron para siempre. Puertas abiertas de par en par y que hoy le tratan como a un desconocido. La complicidad ha entrado en quiebra y el camino, incierto, del mundo laboral, se ha abierto. No quiere ni oír hablar de Universidad. Ya está cansado de exámenes, nerviosismo y de no tener dinero. Piensa hacer una serie de cursos. Aprender una profesión. No está mal, piensa. Ha llegado el turno de derribar las barreras del mercado laboral y, ya es conocida la próxima apertura en su ciudad de una empresa de productos lácteos. Una empresa bastante importante y, como parece, una buena posibilidad de empleo. En cuanto esté instalada, seré el primero en estar en la puerta, reflexiona. Necesitarán en torno a 200 trabajadores y él piensa estar entre los elegidos.

Marta, una compañera de su misma clase, ha decidido hacer la prescripción para Administración de Empresas. Su padre es profesor de Economía y ya se sabe que la tradición acaba por tomar la última decisión ante la duda. En el instituto, entre tanta materia se perdía. Hay que estudiar cosas que nunca usaré y que me dan igual, pensaba mientras sus pies se dirigían a la puerta de salida. Dentro de cuatro años, cuando termine, le gustaría estar en una empresa, no sabe, llevando la contabilidad, gestionando los pedidos… Aún es pronto para tener una idea clara pero nunca está de más marcarse una serie de metas.

España está llena de personas de 18 años con un futuro incierto. Tienen que decidir entre buscar un empleo, acudir a la formación profesional o entrar el  ámbito universitario. Aquí damos por supuesto que ninguno quiere quedarse en casa, tumbado en el sofá, bebiendo una Mahou y esperando que llegue la hora de salida en los institutos para ir, y de paso pasear al perro. Aquí hablamos de los casos más frecuentes. ¿Qué futuro laboral les espera? Una pregunta bastante difícil y que conectaremos con el fin de este texto: ¿están abocados a caminar entre contratos temporales con salarios míseros?

¿Qué implica la temporalidad?

Cuando hablamos de temporalidad no debemos de referirnos siempre a la imposición de un contrato temporal. Hay personas, en torno a un 10%, que prefieren tener en un momento determinado un contrato temporal, bien por motivos personales como familiares. Es una parte bastante mínima, pero no hay que despreciarla.

De manera más general, la contratación temporal es un obstáculo para los empleados ya que están privados de efectuar una carrera profesional dentro de la empresa (ascender) como a optar a que su salario se incremente con el paso de tiempo. Además supone una barrera para el aumento de la productividad empresarial. No nos engañemos, no tiene el mismo grado de afinidad con la empresa una persona que tiene un contrato indefinido a una que está con miedo y su futuro se debate entre tres opciones: renovación del contrato temporal, llegada de un contrato fijo y hora de buscarse un nuevo empleo.

Desde la implantación en España del contrato temporal, estamos hablando de 1984, la contratación indefinida es bastante reducida en comparación con la temporal. En el año 2007, únicamente un 15% de los contratos firmados era indefinido.


Temporalidad en España

Un cuarto de las personas asalariadas en España tiene en su mano un contrato temporal. Si hablamos en términos europeos, el porcentaje, no es excesivamente  elevado si lo comparamos con países como Francia, Alemania y Suecia. ¿Cuál es el problema entonces? El problema nace cuando la temporalidad se convierte en una cadena atada a los pies de las personas jóvenes en forma del círculo vicioso contrato temporal-desempleo-contrato temporal… A las empresas les sale más rentable usar este tipo de contrato tanto en forma del salario que pagan a los empleados como en relación con el despido. La temporalidad se centra en las personas menores de 25 años. Un 58, 6% de las personas menores de 25 años está en esta situación.

                                  Fuente: Eurostat


¿Qué sucederá con Pablo y Marta?

Pues bien, ambos, independientemente de la educación que hayan recibido, lo más probable es que entren en el mercado laboral con un contrato temporal puesto en su mesa. Un 85% de los jóvenes que entran al mercado laboral lo hacen con un contrato temporal. Al pasar 10 años la situación cambia, sí, un 50% de los jóvenes anteriormente citados ya no se encuentran dentro de la temporalidad, pero un 35% aún navega en los mares de la incertidumbre contractual alternando etapas de contrato temporal con etapas de desempleo. No hay que olvidar que ya ha  pasado el tiempo y no saben, en muchos casos, si dentro de tres meses estarán donde la actualidad les ha llevado o en el sillón de casa preparándose para salir a la calle para buscar un nuevo empleo (temporal, lo más seguro).
Por lo tanto, en el momento inicial, y con los datos en la mano, la educación no influye en relación a encontrarse o no con un contrato temporal en el camino. Con el paso del tiempo, Pablo tendrá menos posibilidades de cambiar su forma contractual y por consiguiente, en teoría, de mejorar las condiciones laborales. Cerca de un 40% de las personas, que como él, entraron en el mercado laboral con 18 años con una formación secundaria o inferior seguirán con un contrato temporal. Si hablamos de Marta, la situación cambia, no tanto como se pueda pensar pero cambia, Un 30% de las personas que hayan realizado una educación secundaria superior dormirá con un contrato temporal cada noche.

No debemos pasar por alto que la temporalidad ha descendido en todos los bloques de edad en los últimos años y que varía dependiendo de ella. Si bien es cierto que las personas menores de 25 años entran con un contrato temporal independientemente de su nivel de estudios (no así en la Unión Europea de los 15 en donde el nivel de estudios influye inversamente a la obtención de una contrato temporal en el momento inicial) con el paso de los años la temporalidad disminuye dependiendo positivamente del nivel de estudios. Aquellas personas que han adquirido una educación terciaria tienen más posibilidades de escapar de la temporalidad que aquellas que han adquirido una educación primaria e incluso secundaria. Por lo tanto la educación juega un papel fundamental, si bien no en la entrada al mercado laboral, para escapar de la temporalidad. Con la crisis económica, ¿seguirá esta tendencia? ¿ayudará la reforma laboral? Preguntas aún sin respuesta.

¿Está la temporalidad únicamente presente en los jóvenes?

La respuesta es lógicamente negativa. Irónicamente, hay que decir que ganamos en todos los bloques de edad. Entre 15 y 25 años ya hemos dicho que estamos en un 58, 6% de temporalidad. Entre 25 y 49 años estamos en un 31% de temporalidad. Y por último, entre 50 y 60 años nos ubicamos en el 12%. Hay que decir también que en todos los bloques, sí , en todos estamos por encima de la media de la UE-15 y de la UE-27. Y también, hay que señalar que en la temporalidad relacionada con el nivel educativo también es superior en España a la media de los países de la UE-15 y de la UE-27. Para que luego digan que no ganamos en nada. Hace unos años ganamos un Mundial…el camino está hecho.

Relación entre temporalidad y desempleo

Es más fácil despedir a una persona temporal que a una indefinida. Por lo tanto podemos llegar a una conclusión acreditada por los datos: el desempleo es mayor en las personas temporales y por lo tanto es mayor en las personas menores de 25 años. ¡Bingo!. Únicamente hay que ver el gráfico posterior para darse cuenta de que las personas que han tenido contrato temporales , en este caso jóvenes, que es donde abundan, tienen más posibilidades de estar en el paro en este momento.

Fuente: Elaboración propia
La temporalidad es más aguda en los menores de 25 años y el desempleo también debido a que las empresas con la situación económica negativa han dejado de renovar contratos temporales. Por lo tanto ha aumentado escandalosamente el desempleo juvenil. Una de cada dos personas de menos de 25 años está en casa intentando buscar una solución a un problema que es más grave aún si no se cuenta con un colchón familiar.

Nota añadida y relacionada con la temporalidad: En la situación de crisis económica actual el desempleo se ha cebado más con las personas menores de 25 años. Una parte de estas personas vienen de la generación que abandonó los estudios debido a la posibilidad de empleo en el terreno de la construcción y se encuentra ahora con una escasa formación y sin trabajo.

Conclusiones

Para terminar, podemos sacar una serie de conclusiones. En primer lugar hay que destacar el impedimento que supone la temporalidad para los trabajadores debido a la incertidumbre creada y la imposibilidad de hacer planes a largo plazo. En segundo lugar, hay que mencionar que la temporalidad reduce la competitividad y productividad del país (algunos estudios afirman que este efecto es mayor en los sectores tecnológicos). En tercer lugar hay que plasmar la elevada temporalidad en España y su incidencia significativa en las personas menores de 25 años. En cuarto lugar se ha dejado claro que la temporalidad en España, en el momento inicial de la vida laboral de un ciudadano, no depende del nivel de estudios y con el paso del tiempo, las personas con nivel de estudios superiores tienen mayores posibilidades de hacerse con un contrato indefinido. Y, para concluir, en quinto lugar, hemos establecido la relación existente entre la temporalidad y el nivel de desempleo en las personas jóvenes. 

Daniel Franco

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con el problema de la temporalidad.

    La cuestión es... ¿cómo recuperamos a aquellos que siendo menores de 25 años están en casa sin estudios, ni trabajo?. Ese es otro grave problema.

    La solución podría pasar por "formarles" en aquellas actividades productivas que pudiesen ser necesarias. La cuestión es, ¿qué administración en situación de crisis económica sufragará esos gastos?. Me temo que a día de hoy "ninguna". Los recortes están afectando a todo, y más van a afectar a la formación profesional que requiere de grupos de 15 alumn@s para percibir una educación práctica de calidad.

    Volvemos al círculo vicioso.

    La temporalidad también tiene una parte buena y es que te obliga a mantenerte activo, a luchar (algo que los españoles parecen olvidar en cuanto tienen un contrato fijo). Así que mi propuesta es... ¿por qué no un cambio de mentalidad en los empresarios y en los trabajadores?.

    Ser fijo no implica acomodación y esperar que a final de mes me caiga un sueldo del cielo. Y los empresarios deben dejar de ver que ser fijo es una carga y que es una inversión. Si yo invierto en un trabajador, el trabajador será más productivo.

    Ser temporal (salvo en casos concretos), permite aprender, pero no se puede permitir una sociedad de jóvenes que enlacen contratos temporales indefinidamente, porque estaremos abocados a 2 problemas: 1) Natalidad todavía más baja o nula. 2) Falta de consumo (a ver quién es el majo que se plantea tener hijos y comprarse una casa).

    Creo que me he enrrollado demasiado... perdón xD

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  2. Ya, estoy de acuerdo. La temporalidad no es mala en todo los casos. Algunos trabajadores prefieren ser temporales. El problema está cuando enlazan trabajos temporales sin esperanzas de mantenerse en el futuro en ninguno. Hay un momento en que ya no estás dispuestos a rotar y quieres estabilidad. El problema es que la estabilidad cada día está a una edad más alta.

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