ECONOMÍA
Empresas y mercado laboral
España está en camino de una
nueva recesión económica. La variación interanual del PIB del tercer trimestre
de 2011 ha sido negativa (-0,3) y las perspectivas sobre el futuro más
inmediato son demasiado negras. La reforma laboral es un instrumento económico
para conseguir un determinado fin. Toda reforma laboral persigue la creación de
empleo. El problema que tiene en este momento España es que el desempleo ha
desbordado las perspectivas de las personas más pesimistas.
Una reforma laboral, en primer
lugar, debe efectuarse en un momento de expansión económica para que los
efectos sean notables en el corto plazo. El problema es que ningún Gobierno se
atreve a meterse en faena con estos asuntos debido al coste político de sus
decisiones.
En una situación de recesión, en
donde las empresas no logran sacar de sus almacenes sus stocks de productos, en
donde la demanda cada días es más reducida debido al aumento de las cargas
impositivas, a la disminución del gasto público y sobre todo al desempleo, en
donde la confianza ha caído rodando por el suelo al nivel de los pies, a corto
plazo, lo único que conseguirá esta reforma es aumentar el desempleo. ¿Por qué?
Porque las empresas, PYMES en su mayoría, no tienen buenos resultados, despiden
trabajadores, los trabajadores despedidos lógicamente consumen menos, al
consumir menos las empresas venden aún menos, y si añadimos a este círculo
vicioso un abaratamiento del despido sumado a una mayor facilidad de llevar a
cabo los famosos ERES tenemos como resultado un incremento del paro en España.
El problema es que están
desapareciendo empresas y la capacidad productiva del país cada día se resiente
más.
Debido al cambio en cuanto a la indemnización
por despido el modo más usado en el futuro se puede entender que será el de 20
días por año trabajado con un máximo de 12 mensualidades, ya que las causas
para este tipo de despido son ámplias, y en época de crisis más si cabe. No
hace falta incurrir en pérdidas para aplicar las condiciones del despido por
causas económicas. Tampoco hace falta consenso para cambiar geográficamente a
un empleado. Únicamente el empresario debe notificárselo con 15 días de
antelación. Si se niega, a la calle. Y ya estaríamos hablando de nuevo de la
indemnización por despido más barata. . Se deberían tener en cuenta las
condiciones familiares y domésticas del empleado. El trabajador, es estas
circunstancias, no tiene margen de maniobra.
La reforma laboral conducirá a
una reducción de los salarios de los trabajadores debido a que los empresarios
pueden establecer la rebaja unilateralmente. España, en comparación con los
países referentes de Europa, posee una renta media anual inferior y estas
medidas de reducciones salariales no ayudarán a que la demanda interna, a que
la deprimida demanda interna, levante el vuelo. Algunos prestigiosos
economistas como Paul Krugman son partidarios de la reducción de los salarios
en el caso español para reducir los costes salariales y aumentar la
competitividad. En su opinión, esa reducción se debería de dar paralelamente
con el aumento del gasto público, con medidas de estímulo económico, situación
que en la Unión Europea no se tiene como moda hoy en día.
Una característica que considero
importante de la nueva reforma laboral es la pérdida de poder de los sindicatos
al ganar en importancia los acuerdos empresariales sobre los convenios
superiores. Este punto puede ser perjudicial para empresas con un número
pequeño de trabajadores. En empresas de reducido tamaño la capacidad de
negociación de los trabajadores es más limitada que en las grandes empresas En
las organizaciones de mayor tamaño, los convenios de empresa si deben
prevalecer sobre los superiores. Los empresarios y los trabajadores están en
condiciones más igualitarias para negociar.
Los sindicatos también pierden la
exclusividad de impartir cursos de formación. La nueva Reforma Laboral
establece que también los podrán impartir los centros y entidades de formación debidamente
acreditados. Además, la empresa debido a los malos resultados económicos puede
descolgarse del convenio. A esa característica se le pueden sacar dos lecturas no
necesariamente contrapuestas. Es lógico que si las condiciones cambian a lo
largo del tiempo el escenario difiere respecto al inicio y las expectativas
deben reducirse. Una segunda consideración lleva a preguntarnos: ¿es tan difícil
maquillar las cuentas empresariales y aparentar una situación que no se
corresponde con la realidad?
Una reforma laboral de este
calado necesita ir de la mano de medidas de estímulo económico, cosa que parece
que no va a ser así. En Europa se ha instalado la palabra “austeridad” en el
fondo neuronal de cada político, situación inversa a la estadounidense en donde
las políticas de estímulo han salido a flote (resultado, reducción del
desempleo). Si, por el contrario, la situación cambia y los dirigente europeos
varían la forma de hacer las cosas y se logra estimular la economía, la reforma
laboral será un instrumento que cree empleo a medio y largo plazo, ya que no
solo se abarata el despido si no que el empresario tienen mayor facilidad para
contratar vía bonificaciones. El problema es si esas contrataciones que
depositan en el bolsillo de los empresarios una bonificación irán caminando al
lado del despido de empleados que ronden la cincuentena. Es decir, si se
contratarán trabajadores baratos para echar de la empresa a empleados con mas
edad y eso sí, con una indemnización por despido más barata. El tiempo dirá si
ese tipo de contratos van a ser satisfactorios o contraproducentes a nivel
social.
Lo complicado es que las
políticas cambien. Los países de la UE se enfrentan con la misma política a
realidades socioeconómicas muy dispares. En España, el índice de desempleo es
nefasto y necesitamos estimular la economía. Por el contrario, Alemania roza el
pleno empleo y no tiene esa necesidad.
Un problema añadido que tiene
España es que la estructura productiva del país está formada por empresas
vinculadas al sector de la construcción. El sector está en una situación
crítica mientras los edificios fantasmas crecen por los arcenes de las
carreteras nacionales. La situación pide a gritos una vuelta de tuerca a la
estructura productiva, una nueva orientación que pueda sentar las bases del
futuro.
O se cambia el rumbo o en
recesión/estancamiento, la reforma laboral será un chaparrón sobre unos
trabajadores sin paraguas.
Daniel Franco
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